Impacto, huella, surco.
Trazos que marcan la concepción sistemática de la visión del cuerpo desnudo.
¿Por qué la representación de un cuerpo despojado de ropa tiene un amplio abanico de repercusiones y condicionantes?

Katarzyna Bak en la serie Woman’s Act indaga las infinitas posibilidades del cuerpo femenino basándose en la estética de la forma pura y nos muestra el estudio del desnudo liberado de cualquier carga de intervención cultural.
Son cuerpos semióticamente despojados e independientes. Geometría corpórea que se convierte en el marco conceptual necesario en el que reflexionar sobre los límites entre interior y exterior, figura y fondo, sujeto y espacio.

Su obra se traduce en un campo de exploración sobre el acto de observar y ser observados.

Conceptos que la feminista y física estadunidense, Evelyn Fox Keller desarrolló profundamente, empujándonos
a plantearnos determinadas cuestiones “¿acaso la observación no implica siempre algún tipo de impacto? Incluso observar las estrellas toca algo, si no son las estrellas, entonces seguramente seamos nosotros. Observar siempre nos toca, al menos metafóricamente.”

Pero “el acto de mirar” no solamente se basa en un proceso científico. La cultura occidental ha privilegiado el sentido de la vista entre sus herramientas perceptivas. No cabe duda de que la observación es una práctica transversal
a todos los campos del saber, a través de la mirada y del proceso de contemplación, percibimos y experimentamos el mundo. Sin embargo, el proceso de mirar, ya sea el arte o cualquier otro elemento, es menos espontáneo y natural de lo que creemos. Una gran parte de lo que vemos depende de hábitos y convicciones.

A lo largo de la historia se ha privilegiado la representación del cuerpo humano estudiando minuciosamente
la anatomía y la fisiología de la persona retratada.
Convirtiéndose, esta, junto a la observación de la naturaleza, en el principal objeto de estudio del arte.
El modo de observar y plasmar a través de las técnicas artísticas, el cuerpo femenino en particular, ocupa un capítulo importante en la historia de la representación humana, por las connotaciones simbólicas y conceptuales convencionalmente atribuidas.

Katarzyna Bak, en estos desnudos, realiza un acto de transgresión y rebelión desarticulando las convenciones patriarcales de la sociedad occidental.

Siendo su único propósito el acto de captar el cuerpo en posiciones insólitas.
Sus desnudos, están realizados con trazos rápidos de carboncillo negro que aíslan los cuerpos blancos del entorno en el que se encuentran, resaltando la figura sobre un fondo hecho a base de amplias y enérgicas pinceladas de colores puros y brillantes.

Son figuras que no dialogan con el observador, no nos devuelven la mirada, las mujeres de Bak, están únicamente sumergidas en sus acciones transitorias, componiendo un todo con su propio cuerpo y su espacio interior.

La plasmación matérica de nuestro cuerpo desnudo supone un golpe emocional que abre múltiples vías de interpretación. En determinadas ocasiones traspasa los límites de lo privado y se convierte en un elemento político.

En cambio, el prisma de los cuerpos de Bak es una mirada de igual, es una oda a la intimidad de la cotidianidad,
es la potenciación del propio sentido del yo frente a la mirada y visión exterior.

Lucrecia Morón